Saliendo del pueblo de Iribas nos hemos dirigido hacia el nacedero de Iribas.
Nada mas salir, hemos debido confundir el camino porque hemos llegado a Lezegalde, que es una gran sima rodeada de un muro y de allí el camino nos llevaba, de nuevo, de vuelta a Iribas.
Hemos desandado el camino y, por fin, hemos llegado al nacedero por el camino que habíamos pensado tomar para la vuelta.
El nacedero estaba a tope de gente. Hemos parado poco aunque, la sombra, el sonido del agua, y demás... invitaban a quedarse un ratico largo allí, descansando.
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