La mañana estaba lluviosa y cualquier ruta que eligiéramos iba a ser para mojarse o, empaparse en la nieve. Hemos elegido ir hacia Erro, y al final hemos acabado en Lintzoain, con la intención de subir al Tiratun.
No hemos llegado al Tiratun, nos ha parecido que si lo intentábamos se nos iba a hacer tarde para llegar a comer a casa y hemos cambiado de planes.
En la mitad del recorrido, hemos tirado hacia Viscarret y de allí, por el camino de Santiago, hemos vuelto de nuevo, a Lintzoain.
Completando así, una vuelta circular, que ha resultado muy bonita y muy agradable, ya que la nieve estaba recién caída y en su mejor textura y espesor para disfrutar de ella.
Hemos visto infinidad de huellas de diferentes animales, y también un zorrico que se ha cruzado en el camino. ¡Qué ilusión!
Hoy nos hemos desplazado hasta un pueblo en el que no habíamos estado nunca: TABAR
El tiempo no nos ha acompañado nada. Anunciaban lluvias y vientos fuertes y han acertado. ¡Mal día para ir al monte!
Ya en el pueblo, un casero nos ha avisado: -¿A dónde vais con este tiempo? -Al Castro El Castillo- le hemos contestado- Nos ha mirado como si estuviéramos locos y nos ha dicho: -Os vais a embarrar eh? Por allí, tened cuidado ¡no os caigáis!
Viendo nuestro empeño, nos ha dejado con nuestra idea de subir al Castro y se ha refugiado en el calor de su casa. Nosotros por la lluvia, o por mojarnos no tenámos ningún miedo. Con buena ropa todo se aguanta. Pero, ¿el barro? ¡Qué razón tenía! Al poco rato de salir ya teníamos las botas, que pesaban más que nosotros mismos... ¡Qué cansancio!
Hemos llegado al castro y al menos yo, no esperaba encontrarme con que allí sólo hubiera un montón de piedras sueltas, difíciles de pisar y rodeando unos campos bojerales, muy, muy cerrados e intransitables.
Ante ese montón de piedras, causa impresión, el saber que estas pisando los restos de un poblado que data de la edad del Hierro.
El recorrido circular ha sido de una duración de unas 3 horas y cuarto. La hemos hecho sin GPS, por lo que un poco a la aventura, y con la ayuda del móvil, hemos ido encontrando los puntos a seguir. Una pena no disfrutar de las vistas.
Desde Roncal, nos hemos dirigido al pueblo de Riglos, y desde allí , hemos emprendido la vuelta circular denominada "el camino al cielo" Hemos tenido un día ideal para esta ruta, ya que el terreno estaba seco, y aunque hacía frio, el solico y las vistas iban compensando la fatiga de la subida.
Los mallos son espectaculares, y vistos de cerca impresionan un montón. Intimidan bastante, los escaladores, en medio de esas paredes tán verticales. Se ve que disfrutan de ello y que hay un gran número de aficionados.
Nosotros, a lo seguro, andando, despacico, despacico y sin asomarnos demasiado. ¡Por aquello del vértigo!
La vuelta de dos horas y media, poco más o menos, nos ha gustado mucho y hemos disfrutado de unas vistas maravillosas del pueblo de Riglos y del río Gállego.
De vuelta al pueblo, nos ha llamado la atención su iglesia, muy protegida por los mallos, que le aportan una sensación de fortificación.
Mas tarde, paseando por el pueblo, en el camino a Murillo de Gállego nos hemos encontrado con unos olivos centenarios espectaculares: