Nos hemos acercado al pueblo de Leiza para, desde el mismo pueblo, comenzar a subir a los molinos.
Dejamos la iglesia de San Miguel a la derecha, y tomamos un camino, muy bien empedrado y cuidado, que nos va dejando vistas del pueblo, cada vez más bajo, conforme vamos subiendo.
Pasamos por varios caserios y llegamos a una preciosa ermita, colocada en un lugar idílico:
El paraíso de las vacas, terneros, yeguas y potrillos
Hemos dejado el arbolado para seguir subiendo por una empinada cuesta. Hemos desistido de subir por ella, tras el consejo de un baserritarra, que nos ha indicado un camino más largo pero con menos cuesta. Le hemos hecho caso, dejándo el camino duro para la bajada.
Como no llevábamos ese recorrido preparado, nos hemos metido por entre montes, resultando la cuesta, mucho más dura, en algunos sitios a cuatro patas (de ahí el onttoa)
Pocos se meterán por donde hemos andado nosotros.
Al fin hemos llegado a ver los molinos. ¡Qué sitio más bonito!
De ahí hemos ido al monte Haritz (1040m) de altitud, pasando con anterioridad por el observatorio, que es un aula preparada para trabajar temas naturales con grupos. Es una pena lo maltratada que está.
El buzón cimero es precioso y muy curioso, representa un baserri y están todos los personajes, hasta el perro:
Son muy bonitas, también, las frases escritas en el buzón:
"Gogoko tokian, aldaparik ez"
"Zenbat eta gorago igo, orduan eta gehiago ikusi"
La vuelta, la hemos hecho por donde pensábamos subir , ha sido bonita y como decìa el baserritarra, empinada. También en la ermita hemos tomado otro camino de vuelta: El camino del Viacrucis, que nos ha permitido hacer un recorrido circular y ver diferentes lugares.
La sorpresa ha sido al llegar a Leitza. Nos hemos encontrado un pueblo en fiestas y con buen humor:
¡Un día muy agradable, y una excursión preciosa!
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